Blog de aula de José Juan Clemente, director y profesor de Geografía e Historia del IES Profesor Ángel Ysern de Navalcarnero (Madrid). Este curso estará especialmente dedicado a la materia de Historia de España de 2º de Bachillerato. Además mantiene los contenidos de las otras materias de esta especialidad: Ciencias Sociales de 1º, 2º, 3º y 4º de ESO, Historia del Mundo Contemporáneo, Geografía de España e Historia del Arte. Para contactar: derevolutionibus.geohistoria@gmail.com

viernes, 12 de abril de 2013

LA SEGUNDA REPÚBLICA: EL BIENIO RADICAL CEDISTA. LA REVOLUCIÓN DE 1934. LAS ELECCIONES DE 1936 Y EL FRENTE POPULAR. APUNTES DE HISTORIA DE ESPAÑA, 2º DE BACHILLERATO.


14.4. LA SEGUNDA REPÚBLICA: EL BIENIO RADICAL CEDISTA. LA REVOLUCIÓN DE 1934. LAS ELECCIONES DE 1936 Y EL FRENTE POPULAR.

1. EL BIENIO RADICAL CEDISTA (1933-1935).

a) El triunfo de las derechas en las elecciones de 1933.

Las elecciones generales del 18 de noviembre de 1933 fueron las primeras en las que votaron las mujeres en España. Con una alta abstención, la derecha que acudió más agrupada que la izquierda por lo que el resultado fue la victoria de los partidos de centro-derecha. Se inauguran dos años de gobierno conservador, conocido también como el “Bienio negro”. El PSOE quedó con la mitad de escaños que en 1931, igual que Esquerra Republicana de Catalunya y los partidos próximos a Azaña apenas lograron representación parlamentaria.

Las fuerzas que obtuvieron mejores resultados fueron el Partido Radical de Lerroux (102 escaños) y la CEDA de Gil Robles (115 escaños). El presidente de la República, Alcalá-Zamora, poco partidario del talante extremista de la CEDA, entregó la jefatura del gobierno al radical Lerroux, que contó con el apoyo parlamentario de la CEDA.

b) Desmantelamiento de la política reformista.

Este período se convirtió en una auténtica contrarreforma social y política, que mediante una serie de decretos, desmanteló la política del bienio reformista.

Se frenó la Reforma Agraria: anulación de la cesión de tierras mal cultivadas o incultas a los yunteros de Extremadura, devolución de las tierras expropiadas a la alta nobleza, supresión de la Ley de Términos Municipales y concesión de la libertad de contratación con tendencia a la baja de salarios de los jornaleros. Los propietarios, en un ambiente revanchista se negaban a sembrar (“¡Que os dé de comer la República!”). A principios de junio de 1934 se desató una huelga en el sector agrícola.

También surgió en 1934 otro conflicto entre el gobierno central y el de la Generalitat de Cataluña tras la aprobación del Parlamento Catalán de la Ley de Contratación de Cultivos que permitía a los campesinos arrendatarios de las viñas acceder a la propiedad de las tierras que trabajaban pagando a los propietarios un precio tasado.

El gobierno central se enemistó también con los nacionalistas vascos al paralizar en las Cortes la discusión del proyecto de estatuto vasco.

Para contrarrestar la reforma religiosa el gobierno aprobó un presupuesto de culto y clero e inició negociaciones con la Santa Sede para firmar un concordato.

c) La Revolución de 1934 sus consecuencias.

En el otoño de 1934 la tensión acumulada fue derivando hacia la crispación. Las Cortes habían aprobado una Ley de Amnistía (abril de 1934) que permitía no sólo la excarcelación de los sublevados con Sanjurjo en 1932, sino también la vuelta de muchos colaboradores de la Dictadura de Primo de Rivera que permanecían fuera del país, como fue el caso de Calvo Sotelo.

Los líderes obreros habían preparado una insurrección en el caso de que la CEDA accediera al gobierno, pues lo interpretaban como un giro hacia el fascismo. A principios de octubre, Lerroux formó un nuevo gobierno accediendo a que entraran tres ministros de la CEDA. Se desencadenó inmediatamente una huelga general en las principales ciudades y en las zonas mineras. El movimiento fracasó a nivel nacional por la falta de coordinación y la contundente respuesta del gobierno que decretó el Estado de guerra.

La excepción fue Asturias, único lugar donde anarquistas, socialistas y anarquistas habían alcanzado acuerdos bajo la consigna UHP (Uníos Hermanos Proletarios). Columnas de mineros con armas y dinamita ocuparon los pueblos de la cuenca minera y avanzaron hacia las principales ciudades (Oviedo, Gijón y Avilés), donde la resistencia de las unidades de la Guardia Civil y del ejército fue mayor. Se sustituyeron los ayuntamientos por comités obreros que se hicieron cargo del abastecimiento, el funcionamiento de los transportes, el suministro de alimentos, agua, y de energía eléctrica. El Gobierno envió a Asturias a la Legión al mando del general Franco para reprimir el levantamiento; la resistencia fue derrotada en 10 días, con más de 1.000 mineros y unos 300 soldados o guardias muertos. El número de heridos superaba los 2.000. A ello hay que sumar la durísima represión que siguió en los días siguientes: muchos prisioneros fueron torturados y otros fusilados.

Paralelamente, en Cataluña, el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, decidió sumarse a la insurreción tras muchas vacilaciones, proclamando el 6 de octubre la República catalana dentro de la República Federal Española. Al mismo tiempo una alianza de partidos y sindicatos de izquierda organizaba una huelga general, que en parte fracasó por la negativa a participar de la CNT. Se declaró el estado de guerra y el ejército al mando del general Batet logró dominar la situación. El gobierno de la Generalitat fue arrestado. Azaña, que casualmente se hallaba en Barcelona fue detenido. En Madrid, también eran detenidos varios miembros del Comité de Huelga, entre ellos el líder socialista de la UGT, Largo Caballero.

d) La crisis del segundo bienio.

Tras la revolución de octubre el número de ministros de la CEDA se elevó a cinco, entre otros Gil Robles que asumió la cartera de Defensa, y nombro como Jefe de Estado Mayor al general Franco. En otoño de 1935 el Partido Radical se vio afectado por una serie de escándalos como el caso del “estraperlo” y la malversación de fondos, lo que provocó una crisis gubernamental. Gil Robles exigió a Alcalá-Zamora que el nombrara presidente del gobierno, pero éste se negó y designó a un hombre de su confianza, Portela Valladares (diciembre de 1935), decidiendo convocar nuevas elecciones para febrero de 1936.



2. EL FRENTE POPULAR (1936).

a) El triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936.

Los partidos de izquierda (republicanos, socialistas y comunistas) se presentaron a las elecciones de 1936 agrupados en el Frente Popular; algunos anarquistas de la CNT votaron a su favor. En cambio los partidos de derecha, los monárquicos del Bloque Nacional concurrieron junto a la CEDA, y otros grupos, en el denominado Frente Nacional, sin formar candidatura única nacional, sino según pactos locales. La Falange de José Antonio no entró en la coalición.

El Frente Popular obtuvo el 48% de los votos, las derechas el 46,5% y las fuerzas del centro el 5,4%. Debido al sistema electoral de distribución de escaños, el Frente Popular consiguió una amplia mayoría parlamentaria. El nuevo gobierno quedó formado por Izquierda Republicana y Unión Republicana; los socialistas y el resto de los partidos de la coalición les prestaron apoyo parlamentario. Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República y Casares Quiroga, jefe del gobierno.

b) Primeras actuaciones del gobierno del Frente Popular.

De acuerdo al programa pactado por la coalición electoral, se procedió a liberar a los presos políticos de la revolución de octubre de 1934, se reintegró en sus puestos de trabajo a los represaliados durante el período del gobierno de centro-derecha, y se reanudó el proceso reformista interrumpido en 1933. El Gobierno de la Generalitat abandonó el penal de San Juan del Puerto de Cádiz y se levantó la suspensión del Estatuo de Cataluña. También se establecieron negociaciones para la aprobación de los estatutos del País Vasco y de Galicia.

Sin embargo, la situación social era tensa. En la ciudades seguían convocándose huelgas y en el campo la impaciencia crecía: ocupación de tierras, respuesta violenta de los patronos y las fuerzas del orden.

Falange Española se mostró activa recurriendo a la violencia callejera de acuerdo a “la dialéctica de los puños y las pistolas”, en palabras de su líder José Antonio Privo de Rivera.

c) Hacia el golpe de Estado.

Los planes para derribar a al República se iniciaron en el momento de conocerse el resultado de las elecciones. Ese mismo día, el general Franco, por entonces Jefe del Estado Mayor, presionó para conseguir la declaración del Estado de Guerra. Pero el general Molero, ministro de la Guerra, se negó.

El Gobierno decidió relegar a los generales de dudosa lealtad republicana, de esta forma Goded, Franco y Mola fueron enviados a Baleares, Canarias y Pamplona respectivamente. Sin embargo, antes de incorporarse a sus nuevos destinos prepararon una conspiración en marzo de 1936 en Madrid que acabó fracasando un mes más tarde. A partir de entonces, la organización de la sublevación fue dirigida por el general Mola, cuyas circulares enviadas desde la Comandancia General de Pamplona las firmaba con el nombre de “el Director”. Mola fue ganando adhesiones para su plan: un levantamiento militar coordinado que aceptaría el mando del general Sanjurjo, exiliado por entonces en Portugal. El objetivo era acabar con Gobierno del Frente Popular y sustituirlo por un Directorio militar.

Antes del comienzo de la guerra, el asesinato del teniente Castillo de la Guardia de Asalto, conocido por su militancia socialista, fue vengado por sus compañeros en la persona de Calvo Sotelo (14 de Julio), diputado monárquico que ya estaba comprometido secretamente con una sublevación militar. Su muerte aceleró los planes golpistas y la sublevación se inició en Marruecos el día 17 de julio, dando origen a la guerra civil.


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